La grandeza de lo que vemos depende de la grandeza o de la pequeñez de nuestra mirada. El corazón grande acoge como grande hasta lo más pequeño, porque en todo ello ve un don, un regalo
Pidamos a la Virgen María que nos ayude a abrir el corazón, que tengamos añoranza del hogar de nuestro Padre, que nos maravillemos y nos alegremos ante el don de ser verdaderamente hijos de Dios
“Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura”. Las personas nos necesitan. Necesitan de nuestra alegría para que, a través de ella, descubran a Jesús en sus vidas.